Hay juegos que te enganchan con la acción. Hay juegos que te atrapan con los gráficos. Y luego están los juegos como Chicken Road. Sin carreras. Sin superpoderes. Solo tú, el campo y el pollo. Y la sensación de que algo importante está sucediendo ahora mismo.

Empiezas el juego y desde el primer segundo te sumerges en él. No por los efectos, sino por las emociones. Porque entiendes de inmediato: se trata de ti. De tu paciencia. De tu determinación. De tu capacidad para detenerte a tiempo. O de tu disposición a arriesgar hasta el final.

El pollo avanza. Divertido, fácil. Pero con cada paso, algo dentro de ti cambia. Al principio, solo observas. Luego, empiezas a preocuparte. Luego, esperas. Te paralizas. Porque lo que está en juego ya es significativo. Porque cada paso se convierte en un verdadero desafío.

Chicken Road es un juego que no pone a prueba las habilidades, sino el alma. No se trata de control. Se trata de sentimiento. Y no juegas contra el sistema, sino contra ti mismo: el oponente más honesto y astuto.

Cada clic es una decisión. Y cada vez suena como una pregunta: "¿Estás listo para soltar... o te arriesgarás?"

https://livinginegypt.org/estrategias/